«Te voy a contar una historia acerca de cómo envejece un artista»

aniel cerró los ojos y quiso volar. Estaba en una avioneta piloteada por Bill, su padre. Regresaba a casa después de un festival musical en el que había tocado con éxito. Las ganas de saltar al abismo lo hicieron abrir la ventanilla en pleno vuelo. Hubo gritos de desesperación. En el forcejeo, Bill perdió las llaves y el control de la nave. El viaje familiar se volvió un infierno, la avioneta estaba a punto de estrellarse, pero Bill logró hacer un aterrizaje de emergencia. En tierra, el joven músico no entendía la magnitud de ese accidente. Se bajó de la avioneta y caminó por el bosque sin darse cuenta de lo que había pasado. Daniel Johnston hoy tiene 56 años, sufre de diabetes y es adicto al tabaco.

Hubo un tiempo en el que trabajó en McDonald’s; alguna vez quiso exorcizar a una anciana que huyó de él lanzándose por la ventana desde un segundo piso y se fracturó ambos tobillos; En otra ocasión estuvo internado en un psiquiátrico. Idolatraba a John Lennon, al Capitán América y a Casper. Sufría de trastornos del estado de ánimo, trastorno bipolar y maníaco-depresivo, hablaba sin parar del demonio, de Dios, de los milagros, de la ciencia ficción, de lo sobrenatural. Pero Daniel no es un monstruo.

El Capitán América y Casper son dos de los personajes favoritos de Daniel JohnstonTal como en aquel accidente de avioneta, nunca fue muy consciente de los límites. Hay quien ha dicho que la suya es un alma pura, como la de un niño. Introvertido como cualquier esquizofrénico, aquello que lo volvió un problema para quienes lo rodeaban, fue al mismo tiempo vital para su arte, que en muchas casos es producto de lo que le dicen las vocecillas. Algunas veces huimos del pasado, de las cosas que nos avergüenzan, nos escondemos en nuestro yo del presente, ocultamos una lista de cosas que alguna vez hicimos y rechazamos todo contacto con nuestra historia vergonzosa.

Esta ventana que he abierto al pasado es necesaria para entender a un genio de la ilustración y de la música, es necesaria para aplacar de entrada esa parte escandalosa que opaca su obra. La locura de Dan no se ha ido de su cabeza, se ha escondido debajo de las sábanas esperando que se encienda la luz para recibirnos con una cruda sinceridad, con su inocente voz y una dolorosa melodía. Daniel Johnston es un ilustrador de cómics, músico y compositor cuyos dibujos y canciones influyeron —aunque muchos no lo saben— en la cultura popular de los últimos treinta años. Y todo gracias a nada menos que Kurt Cobain, el fallecido líder de Nirvana. En los premios MTV 1982, Kurt vistió una camiseta con un anfibio de ojos desorbitados que decía: «Hi, how are you?». Kurt, un escudriñador de objetos indie, había quedado impactado por la música y las ilustraciones de Daniel. Ese día, mientras descansaba en la cama de un psiquiátrico, su arte era esparcido a toda la escena grunge en una de las ceremonias de premiación más conocidas de la música.

Después de eso, nada sería lo mismo. Kurt era un fanático de su música y de sus ilustraciones, y siguió vistiendo esa camiseta con la leyenda «Hi, how are you?» en sus conciertos. Pronto, los jóvenes seguidores del movimiento grunge empezaron a indagar sobre el autor de esas camisetas y fueron descubriendo a un nuevo ídolo musical, uno que ni siquiera sabía lo que pasaba a su alrededor, un ídolo al que no le interesaba la fama y que no sabía lo que era. Entre sus admiradores, a Kurt se le suman Tom Waits, David Bowie y Matt Groening. Cada uno de ellos se ha declarado como un seguidor. Además de ser ilustrador de cómics, compositor y músico, se convirtió, sin saberlo, en el ‘padre’ del movimiento indie. Sus canciones son también su reflejo: ‘Ciudad del diablo’, ‘Una canción solitaria’, ‘El amor verdadero te encontrará al final’ y la más triste de todas, ‘Historia de un Artista’ que empieza así:

Listen up and I’ll tell a story / About an artist growing old / Some would try for fame and glory / Others aren’t so bold / Everyone, and friends and family / Saying, “Hey! Get a job!” / “Why do you only do that only?” / “Why are you so odd?” [Escucha, voy a contarte una historia / acerca de cómo envejece un artista. / Algunos buscarían la fama y la gloria / otros no son tan codiciosos. / Todos, y los amigos y la familia, / diciendo «¡Consigue un trabajo!». / «¿Por qué solamente haces eso?» / «¿Por qué eres tan raro?»].

Todos los temas compuestos por él fueron grabados en su habitación, con una casetera y un micrófono, luego editaba las cintas y finalmente dibujaba sus propias carátulas.

Y es en esa mezcla de ingenuidad y genialidad en la que empieza (sin darse cuenta) a entrar al camino que lo convertiría en un referente underground. El pequeño Dan era totalmente entregado a las artes. Tocaba el piano, grababa sus propios videos musicales, dibujaba, parecía que todo era normal hasta que en su etapa universitaria se desató en su mente este abismo bipolar. Para ayudarlo, sus padres lo enviaron a vivir con sus hermanos, pero ese intento fracasó, y Dan huyó en una caravana motorizada. En esa tribu urbana, que se opone a lo convencional, tampoco pudo encajar. Finalmente, regresó con sus padres y empezó una etapa creativa musical.

Grababa, editaba y difundía su música gratuitamente. Esta forma inocente de promover su legado dejó una innumerable lista de casetes a medio terminar. Cada cinta era inédita. Él se grabada una y otra vez cantando el mismo repertorio en cada copia que regalaba. La inocencia de sus actos contrastaba con las letras desgarradoras que contaban su triste historia. Todos querían saber quién era Daniel Johnston y esta curiosidad atrajo a los productores de MTV, quienes lo invitaron a grabar un programa. Parecía que el joven Dan lo iba a lograr. Incluso Steve Shelley, baterista de Sonic Youth, lo llevó a un estudio de Nueva York para grabar unos temas. Pero no pudieron grabar nada porque en ese encuentro Daniel atacó a Shelley, y luego casi termina preso por grafitear la Estatua de la Libertad.

 

En su búsqueda de nuevas experiencias, Dan probó LSD —droga sintética que puede causar severos daños en las personas con condición bipolar— y así fue cómo la mente frágil de este inocente artista terminó en el fondo de un laberinto de donde nunca más pudo salir. Después de este episodio, se manifestaron síntomas emocionales que lo hicieron inestable, ya no era él.

Su carrera había llegado a un prematuro final. Escúchame, voy a contarte una historia, la de Daniel Johnston, que aún existe. Vive con sus padres y lo podemos encontrar en esta pantalla, con su voz aguda y melancólica, tipeando su nombre en cualquier motor de búsqueda. Sigue allí, perdido en el tiempo, perdido en sus pensamientos. Se le dificulta articular las palabras, pero cuando empieza una leve melodía se transforma y deja ver ese artista que pudo convertirse en un ídolo de la música, en lugar de terminar en esta versión inocente y triste que envejece en el sótano de la locura.